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Ricardo Filipe da Silva Braga. O mágico, o mago, o rei: Ricardinho. Habla cinco idiomas; su lengua materna, el portugués, además domina castellano e inglés y chapurrea japonés y ruso. Siempre se guarda algo del país en el que vive, y eso probablemente también le defina como profesional y como persona: ambicioso, inconformista, pasional y libre.

Ricardinho es ejemplo de un fútbol sala diferente. Su juego es distinto; asombra, improvisa, determina, cambia, supera y evoluciona constantemente, todo ello ante el respeto de todos los que le rodean, el público, los árbitros, entrenadores, y sobre todo, sus rivales. ¿Encontramos situaciones similares en otras disciplinas?, yo creo que no tanto como nos gustaría seguramente. ¿Os imagináis a Messi aplaudido en el Bernabéu o a Cristiano en el Nou Camp?. Él lo consigue en su deporte.

Anteriormente, es posible que lo más parecido que disfrutáramos en el fútbol sala fuera Paulo Roberto, quién puso su deporte en el mapa con regates antológicos y goles de fantasía, pero quizá era otra época, y no se supiera vender tan bien el producto o no hubiera tantas facilidades. Es cierto que el auge de las nuevas tecnologías sí nos ayuda en esta tarea hoy en día.

Todos coincidimos en que Ricardinho es lo más parecido a un jugador de fútbol (por repercusión y valor mediático) en el fútbol sala. Somos conscientes del espacio que ocupa nuestro deporte, pero quizá con el portugués seamos algo más visibles. Algunos niños saben poco o nada del fútbol sala, pero sí conocen a Ricardinho, quizá esas colas interminables firmando autógrafos y haciéndose fotos al final de los partidos tengan buena culpa de ello.

En cierto modo yo me imagino a Ricardinho como a Máximo, en aquella escena de la película Gladiator donde Próximo le decía: “Yo no era el mejor porque fuera ágil matando, era el mejor porque el pueblo me amaba, haz lo mismo, y te ganarás tu libertad”. Aunque desconozco quien puede ser su mentor, desde luego Ricardinho se gana a su público en cada partido y parece que en cierto modo él sigue buscando su libertad.

Quizá en el fútbol sala no nos arrase tanto la marea del forofismo y la defensa de los colores, la competencia desleal, el ‘pan y circo’ y el todo vale, y seamos más sensibles ante el buen hacer de un deportista para valorar lo que de verdad importa. El fútbol sala sigue teniendo aún hoy eso de ‘juego’ y no tanto de ‘agón’, en parte gracias a jugadores como Ricardinho, o como en su día lo fueron el mismo Paulo, Vicentín o Daniel. Quizá podamos mirar de reojo con cierta confianza al tenis u otros deportes donde encubren a sus figuras, Nadal y Federer, como los grandes caballeros del ‘fair play’ y la cultura deportiva, independientemente del resultado. Quizá el fútbol sala encarne en sí mismo una serie de valores que no sabemos ensalzar del todo, y nos equivocamos muchas veces comparándonos con un fútbol que no tiene mucho que ver con nosotros, salvo porque se juega con el pie.

Ricardinho ha descartado por el momento seguir viviendo otras aventuras fuera de España, aquella mareante oferta de Croacia o los constantes rumores sobre su salida a las grandes ligas emergentes como EEUU, Emiratos, India …

Sigamos disfrutando del mejor jugador del mundo y sobre todo pudiendo decir a nuestros niños y niñas que ahí tienen un buen espejo donde mirarse. Respect.

Director Futsal 360

Andrés Parada

Editorial